“A favor de la subjetividad”*
José R. Ubieto
Buenos días, me corresponde decirles unas palabras de presentación de esta Plataforma Psicoanálisis Siglo XXI. De hecho, vds. ya la conocen, desde hace unos meses, a través del Manifiesto “A favor de la subjetividad” que han firmado ya más de 500 personas.
¿Por qué tomar esta tema, la subjetividad, para poner en marcha esta iniciativa? El psicoanálisis está, desde sus orígenes mismos, ligado a la defensa de la subjetividad como algo irrenunciable e inseparable, al mismo tiempo, de sus manifestaciones sintomáticas, esto es, de esa otra escena que implica al sujeto en lo más intimo.
Ese nuevo real, de naturaleza inconsciente, que aparecía, hace 100 años, en el horizonte de un ideal científico que pretendía obtener una medida objetiva del psiquismo, fue ya rechazado en su época. Tomó entonces, ese rechazo, la forma de una negación de la transferencia como índice de la existencia de esa subjetividad. Se reprochó a esas pacientes histéricas sus mentiras, sus malas artes simulatorias y se trató de reducir la clínica a una psicopatología que fuera capaz de decir la verdad, rechazando el diálogo, de ese pathos que insistía en cada uno.
Freud, en cambio, eligió otra vía para tratar esas mentiras, les dio un estatuto de mentiras originales que sin embargo apuntaban a la verdad del deseo singular de cada paciente. En los relatos clínicos que nos legó podemos captar su esfuerzo por transmitir esa dimensión de singularidad de cada uno de los sujetos.
Esa elección del fundador del psicoanálisis, marca original, tuvo sus consecuencias posteriores, a pesar de todos los avatares de la doctrina y la práctica clínica. Se dejaron de lado los grandes ideales como orientación y se optó por ocuparse de los pequeños detalles, de los restos, de todo aquello de lo cotidiano (lapsus, actos fallidos, sueños) que sin embargo no deja de evocarnos que allí hay algo de un sujeto. Se constató además, en medio de la catástrofe de la primera gran guerra, que hay un límite al furor sanandi, que el psiquismo no es terapeutizable como si fuera otro órgano más, en definitiva, que el sujeto a veces no quiere su propio bien.
Hoy, en los albores de este nuevo Siglo XXI, asistimos a un nuevo embate de la pasión por la elisión del sujeto, a un esfuerzo con aires de renovación que trata de defenderse de ese real íntimo que insiste en las quejas y sufrimientos de muchos sujetos. Para ello se adorna de tecnologías sofisticadas, consejos psicoeducativos prêt-à-porter y una proliferación de medicamentos. Su ideal es que la cifra, que nos dará la objetividad de ese ser sufriente, lo hará de manera fácil, rápida y económica: podremos ahorrarnos toda conversación, todo diálogo, con él y entre nosotros, porque ese cálculo estadístico eliminará cualquier significación y cualquier malentendido del lenguaje. En definitiva, podremos ahorrarnos al sujeto incluido en el sufrimiento.
El psicoanálisis que nosotros promovemos es sin duda una objeción a este movimiento de fondo, que hay que decir, es de una lógica imparable. Lógica que toma apoyo en la concepción del individuo como un cuerpo-máquina en permanente funcionamiento y cuyas disfunciones motrices, anímicas, eréctiles o de cualquier otro tipo tienen siempre una “solución” terapéutica eficaz.
Apostar por la defensa de la subjetividad –que no del subjetivismo ni del individualismo como idolatrías del yo- es hoy, más que nunca, estar al lado del sujeto, de su sufrimiento, promover en él su encuentro con la causa de su deseo, con ese modo de satisfacción que lo define como singular. Para que a partir de allí él pueda elegir si quiere o no eso que desea. Como siempre fue, en la historia del psicoanálisis y en su participación en las instituciones públicas de salud, educación o atención social, nos seguiremos ocupando de los restos, de eso que cae, segregado, de las redes en las que el sujeto termina enredado. Esa es la orientación del psicoanálisis que resulta subversiva e incomprensible para aquellos que se presentan encarnando las buenas intenciones que convienen a todos.
Esta plataforma que hoy se presenta en público, es el resultado de una apuesta decidida por la conversación, como única salida a la complejidad de lo real en juego. Conversación que no excluye los avances científicos y las metodologías asistenciales innovadoras, pero que no renuncia a integrarlas, como instrumentos que son, en una finalidad más ambiciosa que incluye lo subjetivo en todas sus facetas: desde el juicio del profesional hasta los deseos y elecciones de las personas que consultan.
Somos un movimiento paralelo a la existencia de las diversas instituciones psicoanalíticas, a las que pertenecemos muchos de nosotros, y a las plataformas institucionales en el ámbito de la salud mental. No añadiremos, por tanto, una nueva institución, nos conformamos con ser un punto de encuentro, un foro de opinión plural, amplio y diverso, abierto a todos aquellos, analistas o no, profesionales de la salud, la educación y lo social, gente del mundo de la cultura y del pensamiento, con los que queremos conversar sobre las formas que toman hoy los malestares y sus abordajes posibles.
En su corta andadura, la Plataforma ha intervenido ya en dos debates importantes. Por un lado impulsó, al tiempo que lo hicieron otras instituciones, una acción de protesta y denuncia por el carácter excluyente que tomó la última Maratón de TV3, dedicada a las enfermedades mentales graves. Más recientemente hemos tomado posición, y así se lo hemos hecho saber a los responsables institucionales, a propósito de la creación de una comisión técnica que debe elaborar una guía de tratamiento para el autismo y otras psicosis en la infancia. Cuestión ésta a la que luego se referirá, con más detalle, Josep Ma. Panés, presidente de la ACAP (Associació Catalana d’Atenció Precoç).
Hemos puesto en marcha, también, un blog, todavía en construcción, que ya contiene textos y materiales para el debate que esperamos seguir promoviendo. A todo ello se suma el acto de hoy, donde escucharemos intervenciones que son el testimonio personal de este deseo por el psicoanálisis y de este compromiso ético por los avatares de nuestra época, compromiso que el propio Freud, y muchos analistas posteriormente, no dejaron de recordarnos.
Lo que resulte de esta iniciativa no lo podemos saber, es una experiencia en curso y dependerá de cada uno de nosotros. Sabemos que no estamos solos, que otros colegas, en nuestro país, y en países vecinos, están también comprometidos en este trabajo. Conocemos los resultados de iniciativas, como los Forum Psy en Francia (http://www.forumpsy.org/), cuya incidencia real sobre los núcleos de decisión política han sido notables a la hora de garantizar esa pluralidad, necesaria para que el psicoanálisis pueda continuar su labor como práctica clínica y como lugar de formación de las futuras generaciones.
Queremos, pues, contribuir a crear opinión, a suscitar debates como el que hoy planteamos. Para ello nos hacen falta voces, las de todos vosotros. Y es por eso que, desde aquí, os invitamos a participar en los actos que convocamos y a través de nuestro blog (https://sites.google.com/site/psicoanalisissigloxxi ), abierto a vuestras opiniones y colaboraciones.
* Intervención del autor en el acto de presentación de la Plataforma Psicoanálisis Siglo XXI el pasado 3 de octubre, en la Casa del Mar (Barcelona)
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