24.10.09

LAS CIENCIAS INHUMANAS



ENTREVISTA A GUSTAVO DESSAL
realizada por Fernando Martín Aduriz

Acaba de aparecer un nuevo libro de la Colección ELP que dirige Vicente Palomera. Editado por Gredos, en la buena línea estética de anteriores números, se titula Las Ciencias Inhumanas. Se trata de una compilación de artículos efectuada por Gustavo Dessal, psicoanalista en Madrid, y escritor.
Son 23 artículos de otros tantos autores, en su mayor parte psicoanalistas, aunque también filósofos y científicos. Es un libro para desmentir que la ciencia se equivoque con el cientificismo. O que el psicoanálisis como disciplina pueda dejar de tener interés, incluso para los científicos, comprometidos ellos mismos con su subjetividad en las investigaciones que emprenden, en la razón de su empresa, en la verificación de sus efectos. Científicos a quienes les importe que el significante científico pueda sobrevivir a todo fracaso.

Hemos entrevistado para dar a conocer este libro a su compilador, Gustavo Dessal.

FMA-En primer lugar, enhorabuena por este acierto. ¿De quién fue la idea de publicar este libro?

GD-Hace algunos años que vengo considerando la necesidad de este libro. Los psicoanalistas no podíamos seguir de brazos cruzados frente a la creciente colonización que el discurso científico viene llevando a cabo en el terreno de la subjetividad. Se imponía una denuncia importante del cientificismo, que es -por así decirlo- una desviación innoble de la ciencia, que por desgracia se reproduce con gran facilidad en las últimas décadas. Un buen día, de repente, se me impuso el título "Las ciencias inhumanas", y a partir de allí me puse en movimiento para concretar el libro. Reunir veintitrés trabajos en distintas lenguas no ha sido una tarea fácil, pero el resultado me ha dejado realmente satisfecho. Todos los autores supieron captar muy bien la idea, que consistía, entre otras cosas, en poder llegar a un público que no fuese necesariamente especializado en psicoanálisis, y al que poder sensibilizar sobre los efectos deshumanizantes de ciertas discursos y prácticas que se amparan en el método "científico". Escribo este término entrecomillado, para dejar bien claro que no basta con anunciar el carácter científico de una afirmación, para que ésta necesariamente lo sea.

FMA-El artículo titulado “Hablemos de la locura”, de nuestro colega José María Álvarez pone de manifiesto cómo en lo tocante a las enfermedades mentales la ciencia se ha puesto de lado del mercantilismo, de la invención de enfermedades mentales y ha abandonado la clínica clásica, la historia, el psicoanálisis...

GD-Sin duda, a medida que la industria farmacéutica ha penetrado en al campo de la enfermedad mental, la psiquiatría ha entrado en la pendiente de la desaparición como práctica clínica. El psiquiatra se ha convertido en un técnico que correlaciona un listado de síndromes creados a la medida de esa industria, con los medicamentos que esta produce.

FMA-Rosa López hace un relato extraordinario sobre un hecho histórico que pudo cambiar la historia, el encuentro de Heisenberg y Bohr. Quizá algunos puedan ver en este encuentro el momento álgido del libro: dos científicos frente a frente ¿se detendrán ante los avances científicos y las posteriores consecuencias? Dejemos que el lector lo descubra, pero no le parece Dessal que esta entrevista es muy actual...

GD-Absolutamente. Lo que no es tan seguro es que abunden los científicos dispuestos a interrogarse por su papel en el mundo, y por la función que la ciencia debe tener. Cada vez se cuestiona menos la alianza entre ciencia e industria.

FMA-El largo artículo “La reducción cientificista de lo humano”, de Peteiro, un médico experto en análisis clínicos y Fernández Blanco, psicoanalista, finaliza con una llamada a nuestro deber ético: denunciar a las falsas ciencias. ¿Este libro es un libro-denuncia?

GD-Lo es sin disimulo. Algunos colegas me han criticado el título, por considerar que podía herir la susceptibilidad de los científicos. Desde luego, el psicoanálisis no es un discurso que se opone a la ciencia. Pero este libro es el testimonio de que no estamos dispuestos a que en nombre de la ciencia se pueda justificar cualquier cosa.

FMA-Jacques-Alain Miller en “El futuro del Mycoplasma Laboratorium” define sorprendentemente al psicoanálisis como “una nueva forma de discurso, el producto artificial de la logotecnología más avanzada”. Y añade que no es seguro que sus practicantes aún se hayan dado cuenta del discurso inédito al que sirven. ¿Está de acuerdo?

GD-A los psicoanalistas nos resulta difícil tomar conciencia cabal de lo que el psicoanálisis significa. De allí que a lo largo de la historia del movimiento analítico no ha dejado de producirse permanentemente una tendencia a la psicologización de la doctrina y la praxis. Ha sucedido con Anna Freud, y ha sucedido incluso en nuestra Escuela. Es la prueba de que hay algo imposible de soportar en ese discurso, más allá de la pasión con la que los psicoanalistas intentamos sostener nuestra experiencia.

FMA-Vd. mismo dice en el Prefacio que “el querer de la ciencia, su pasión y su deseo de saber, está causado por una ignorancia que le es inherente”.

GD-Es, en síntesis, la tesis de Lacan sobre la ciencia.

FMA-Guy Briole se pregunta por el lugar del médico cuando sabe que el paciente sólo quiere obtener de él un objeto-medicamento....

GD-Su ensayo es muy fino. Desarrolla con mucha pertinencia lo que Lacan señaló a propósito de las relaciones entre el psicoanálisis y la medicina, y cómo el discurso analítico puede servir para reconducir la práctica médica hacia sus fundamentos no sólo clínicos sino también éticos.

FMA-Y por último, una referencia al trabajo breve pero muy clarificador del doctor Santiago Castellanos, y que se titula “Acerca de la impostura científica de las terapias cognitivo-conductuales”. Afirma: “Ninguna de las revisiones sistemáticas otorga evidencia científica a las terapias cognitivo-conductuales ni a sus ensayos publicados”. En la batalla que sostenemos con quienes desprecian al psicoanálisis, este dato es muy revelador, y puede dar muchas pistas a los psicoanalistas y los debates que mantienen...

GD-El doctor Castellanos ha realizado una excelente investigación sobre este tema que valdría la pena proseguir. Sería fundamental que algunos psicoanalistas estuviesen dispuestos a profundizar en la teoría de las TCC. Su carácter "científico" es otra de las grandes estafas que gozan de la aquiescencia del los poderes universitarios y sanitarios.


Muchas gracias Gustavo y mucho éxito de ventas. Y de lecturas.

19 de octubre de 2009.

7.10.09

Plataforma Psicoanálisis Siglo XXI

“A favor de la subjetividad”*
José R. Ubieto



Buenos días, me corresponde decirles unas palabras de presentación de esta Plataforma Psicoanálisis Siglo XXI. De hecho, vds. ya la conocen, desde hace unos meses, a través del Manifiesto “A favor de la subjetividad” que han firmado ya más de 500 personas.

¿Por qué tomar esta tema, la subjetividad, para poner en marcha esta iniciativa? El psicoanálisis está, desde sus orígenes mismos, ligado a la defensa de la subjetividad como algo irrenunciable e inseparable, al mismo tiempo, de sus manifestaciones sintomáticas, esto es, de esa otra escena que implica al sujeto en lo más intimo.

Ese nuevo real, de naturaleza inconsciente, que aparecía, hace 100 años, en el horizonte de un ideal científico que pretendía obtener una medida objetiva del psiquismo, fue ya rechazado en su época. Tomó entonces, ese rechazo, la forma de una negación de la transferencia como índice de la existencia de esa subjetividad. Se reprochó a esas pacientes histéricas sus mentiras, sus malas artes simulatorias y se trató de reducir la clínica a una psicopatología que fuera capaz de decir la verdad, rechazando el diálogo, de ese pathos que insistía en cada uno.

Freud, en cambio, eligió otra vía para tratar esas mentiras, les dio un estatuto de mentiras originales que sin embargo apuntaban a la verdad del deseo singular de cada paciente. En los relatos clínicos que nos legó podemos captar su esfuerzo por transmitir esa dimensión de singularidad de cada uno de los sujetos.

Esa elección del fundador del psicoanálisis, marca original, tuvo sus consecuencias posteriores, a pesar de todos los avatares de la doctrina y la práctica clínica. Se dejaron de lado los grandes ideales como orientación y se optó por ocuparse de los pequeños detalles, de los restos, de todo aquello de lo cotidiano (lapsus, actos fallidos, sueños) que sin embargo no deja de evocarnos que allí hay algo de un sujeto. Se constató además, en medio de la catástrofe de la primera gran guerra, que hay un límite al furor sanandi, que el psiquismo no es terapeutizable como si fuera otro órgano más, en definitiva, que el sujeto a veces no quiere su propio bien.

Hoy, en los albores de este nuevo Siglo XXI, asistimos a un nuevo embate de la pasión por la elisión del sujeto, a un esfuerzo con aires de renovación que trata de defenderse de ese real íntimo que insiste en las quejas y sufrimientos de muchos sujetos. Para ello se adorna de tecnologías sofisticadas, consejos psicoeducativos prêt-à-porter y una proliferación de medicamentos. Su ideal es que la cifra, que nos dará la objetividad de ese ser sufriente, lo hará de manera fácil, rápida y económica: podremos ahorrarnos toda conversación, todo diálogo, con él y entre nosotros, porque ese cálculo estadístico eliminará cualquier significación y cualquier malentendido del lenguaje. En definitiva, podremos ahorrarnos al sujeto incluido en el sufrimiento.

El psicoanálisis que nosotros promovemos es sin duda una objeción a este movimiento de fondo, que hay que decir, es de una lógica imparable. Lógica que toma apoyo en la concepción del individuo como un cuerpo-máquina en permanente funcionamiento y cuyas disfunciones motrices, anímicas, eréctiles o de cualquier otro tipo tienen siempre una “solución” terapéutica eficaz.

Apostar por la defensa de la subjetividad –que no del subjetivismo ni del individualismo como idolatrías del yo- es hoy, más que nunca, estar al lado del sujeto, de su sufrimiento, promover en él su encuentro con la causa de su deseo, con ese modo de satisfacción que lo define como singular. Para que a partir de allí él pueda elegir si quiere o no eso que desea. Como siempre fue, en la historia del psicoanálisis y en su participación en las instituciones públicas de salud, educación o atención social, nos seguiremos ocupando de los restos, de eso que cae, segregado, de las redes en las que el sujeto termina enredado. Esa es la orientación del psicoanálisis que resulta subversiva e incomprensible para aquellos que se presentan encarnando las buenas intenciones que convienen a todos.

Esta plataforma que hoy se presenta en público, es el resultado de una apuesta decidida por la conversación, como única salida a la complejidad de lo real en juego. Conversación que no excluye los avances científicos y las metodologías asistenciales innovadoras, pero que no renuncia a integrarlas, como instrumentos que son, en una finalidad más ambiciosa que incluye lo subjetivo en todas sus facetas: desde el juicio del profesional hasta los deseos y elecciones de las personas que consultan.

Somos un movimiento paralelo a la existencia de las diversas instituciones psicoanalíticas, a las que pertenecemos muchos de nosotros, y a las plataformas institucionales en el ámbito de la salud mental. No añadiremos, por tanto, una nueva institución, nos conformamos con ser un punto de encuentro, un foro de opinión plural, amplio y diverso, abierto a todos aquellos, analistas o no, profesionales de la salud, la educación y lo social, gente del mundo de la cultura y del pensamiento, con los que queremos conversar sobre las formas que toman hoy los malestares y sus abordajes posibles.

En su corta andadura, la Plataforma ha intervenido ya en dos debates importantes. Por un lado impulsó, al tiempo que lo hicieron otras instituciones, una acción de protesta y denuncia por el carácter excluyente que tomó la última Maratón de TV3, dedicada a las enfermedades mentales graves. Más recientemente hemos tomado posición, y así se lo hemos hecho saber a los responsables institucionales, a propósito de la creación de una comisión técnica que debe elaborar una guía de tratamiento para el autismo y otras psicosis en la infancia. Cuestión ésta a la que luego se referirá, con más detalle, Josep Ma. Panés, presidente de la ACAP (Associació Catalana d’Atenció Precoç).

Hemos puesto en marcha, también, un blog, todavía en construcción, que ya contiene textos y materiales para el debate que esperamos seguir promoviendo. A todo ello se suma el acto de hoy, donde escucharemos intervenciones que son el testimonio personal de este deseo por el psicoanálisis y de este compromiso ético por los avatares de nuestra época, compromiso que el propio Freud, y muchos analistas posteriormente, no dejaron de recordarnos.

Lo que resulte de esta iniciativa no lo podemos saber, es una experiencia en curso y dependerá de cada uno de nosotros. Sabemos que no estamos solos, que otros colegas, en nuestro país, y en países vecinos, están también comprometidos en este trabajo. Conocemos los resultados de iniciativas, como los Forum Psy en Francia (http://www.forumpsy.org/), cuya incidencia real sobre los núcleos de decisión política han sido notables a la hora de garantizar esa pluralidad, necesaria para que el psicoanálisis pueda continuar su labor como práctica clínica y como lugar de formación de las futuras generaciones.

Queremos, pues, contribuir a crear opinión, a suscitar debates como el que hoy planteamos. Para ello nos hacen falta voces, las de todos vosotros. Y es por eso que, desde aquí, os invitamos a participar en los actos que convocamos y a través de nuestro blog (https://sites.google.com/site/psicoanalisissigloxxi ), abierto a vuestras opiniones y colaboraciones.



* Intervención del autor en el acto de presentación de la Plataforma Psicoanálisis Siglo XXI el pasado 3 de octubre, en la Casa del Mar (Barcelona)