28.4.08

Violencia de género

Es bien sabido que la violencia no tiene principio ni fin, para corroborar esto solamente hay que echar un vistazo a un periódico cualquier día de la semana para encontrarnos con diferentes modos de violencia, desde los insultos entre los políticos, hasta la violencia de algún homicidio, pasando por las guerras interminables. Revisando la historia aparecen todo tipo de suplicios, algunos más refinados que otros, que nos hacen pensar en que hay algo en la condición humana que lleva a aniquilar al semejante en tanto es diferente

En todas las culturas, épocas y países, la mujer ha sido maltratada, subyugada, en mayor o menor medida, siendo en las últimas décadas cuando se ha comenzado a considerar un problema grave, con una importante repercusión en la Sociedad, y por tanto necesario de legislar.

Desde el origen de la humanidad ha habido una dominancia del hombre sobre la mujer (el hombre traía la comida, iba a la guerra, tenía acceso al saber, al poder, a las armas y la mujer quedaba relegada a los cuidados de la familia y el hogar en lo que podemos llamar una “servidumbre real”. Atrapada entre la naturaleza, que le da la capacidad de procrear, y la cultura que se desarrollaba frente a ella, se ve obligada a la renuncia y al sacrificio de sus deseos. Esta “ética de los cuidados” será trasmitida como ideales femeninos de madres a hijas, con todo el peso que suponen los ideales, y habrán de pasar siglos, hasta las sufragistas inglesas, para que tenga voz y voto y forme parte del intercambio y la plusvalía del progreso, aun así siguen siendo victimas, objeto, de maltrato. En un informe reciente de Amnistía Internacional sobre “la violencia sobre las mujeres en los conflictos armados” se señala que esta se comete no solo durante y después del conflicto sino antes, señalando algunos autores que un nivel creciente de violencia contra las mujeres podría servir de alerta de un posible conflicto. (Os recomiendo el documental “invisibles” sobre testimonios de mujeres violadas en un país en guerra). No deja de sorprender que en el punto más destructivo del hombre como es el de la guerra, el cuerpo de la mujer sigue siendo un motín muy preciado en los saqueos.

La emancipación de la mujer y su entrada en el mercado laboral tras la revolución industrial ha movido los cimientos de la sociedad occidental cuestionando la dominancia masculina. Los valores socioculturales son importantes a la hora de definir lo que se conoce como “violencia estructural” de una cultura, el famoso machismo del que España tanto padece. Hay un estupendo capítulo en “Historia de las mujeres” (Taurus) escrito por Bussy titulado: “ Mujeres de España: de la república al franquismo” que da buena cuenta del retroceso de la mentalidad española a los manuales de finales del siglo XIX cuyo ejemplo más conocido era “Principios de urbanidad y decoro propios del bello sexo en verso castellano” de Colina. Este texto ilustra muy bien como se ensalza a la mujer para someterla mediante la sutil manipulación del uso de metáforas tales como: “Ángel del hogar”, “sacerdotisa del templo”. No hace falta trasladarse tan lejos en el tiempo para tener ejemplos de esta estrategia de adular para someter. Hay un terrible testimonio escrito con el seudónimo de Pilar Zubiaur (“Gritos silenciosos”) de cómo ha de ser una mujer diez, quien fue sometida a palizas brutales durante años y que paso a leeros : “Tendrás que ser la mujer perfecta para que yo pueda llevarte orgulloso a los actos sociales que mi trabajo requiere ¿Qué quiere decir eso?, que jamás deberás pasarte de lista dando tus opiniones sin que nadie te las haya pedido, y si lo hacen, contestarás siempre lo más prudente y de manera escueta. En cuanto al tono de tu voz, tiene que ser femenino y evitar estridencias, y esto no lo digo para veladas o actos sociales, sino que permanentemente vigiles tu risa, porque debe ser discreta y encantadora” …….Esto es lo que le pide su torturador, una especie de decálogo donde estar disponible para ser Dulcinea o Alonza, la virgen o la puta.

Descripción del fenómeno

Voy a comenzar por definir a que llamamos, genéricamente, violencia de género: Sería toda aquella violencia dirigida a las mujeres con el objeto de mantener o aumentar la subordinación al género masculino. El rasgo fundamental que la define es la necesidad de “control y poder” sobre la víctima. Esta violencia puede ser física, psicológica o sexual. Me parece importante detenerse en la psicológica, que es la primera que se instala, exceptuando en las agresiones sexuales por extraños. Dentro de lo que se entiende por violencia de género, voy a centrarme más en la llamada violencia de pareja hacia las mujeres.

“El señor se acerca a mí, me agarra del cuello, me levanta de la silla y me lleva contra una pared, golpeando mi espalda y mi cabeza contra ella ¿Qué hago contigo, eh?, ¿Qué hago contigo?, exclama una y otra vez mientras me pega. Puñetazos, bofetadas, patadas. Sangro por la nariz. Siento pánico o algo peor que el pánico: pierdo el conocimiento. No sé si por los golpes o porque sufro un colapso mental al no ser capaz de asumir que mi marido me esta propinando una brutal paliza el día de la noche de bodas. ¿Quién puede asumir eso?...” impresionante. Como veis hay mucha dificultad para contar con un testimonio directo.

El maltrato psicológico se va instalando poco a poco, de forma insidiosa y consiste en ir anulando la subjetividad de la víctima mediante insultos, descalificaciones, humillaciones reiteradas, desvalorizaciones permanentes y una culpabilización sistemática (tú no vales, tú no sirves, si me hicieras caso, estas loca, como te vistes así……,). Todo este con el objetivo de producir el aislamiento tanto afectivo, económico, como social. Hay un efecto inmediato de indefensión pero también de dependencia, que deja a la mujer a expensas del hombre.

El daño de este maltrato psicológico es bastante invisible y la mujer tarda tiempo en contarlo, este tiempo es fundamental respetarlo ya que se tiene que sentir acogida y respetada y no juzgada ni muchos menos culpabilizada ante nuestros ojos (no tienes que aguantar, no sigas con él). Por muy incomprensible que nos parezca desde fuera no es sencillo salir de esta situación. Es muy doloroso aceptar el fracaso de un proyecto vital y lo viven como una derrota desoladora que genera vergüenza y culpa (poner en riesgo a los hijos…..), por eso en ocasiones banalizan lo sucedido (perdió los nervios, no es para tanto, me quiere mucho…). Este daño no es sin consecuencias: aparecen síntomas como ansiedad, insomnio, tristeza, irritabilidad, un correlato parecido al Síndrome de estrés postraumático, donde una mirada o el sonido de las llaves al abrir la puerta bastan para desencadenarlo. No es de extrañar que se lo compare con la tortura o el terrorismo.

¿Cómo se gesta una relación violenta? Con la alternancia de conductas de desvalorización y expresiones de amor, incluso trasmitiendo la idea de que ella es imprescindible para el bienestar de él y así se va instalando el ciclo de la violencia que consiste en “acumulación de tensión” donde aparece la hostilidad sin motivo aparente en la que la mujer procura no provocar, no
generar ningún conflicto sino todo lo contrario (tranquilizar, evitar discutir….) hasta que aparece “la fase de explosión” donde la agresión ya se hace patente, en estos momentos y no siempre es cuando la mujer sale de su silencio aunque minimizando lo ocurrido ya que no esta preparada para enfrentarse a la situación tan dolorosa (suele refugiarse en la idea que no volverá a pasar, que aunque es un poco agresivo la quiere mucho??). A continuación se produce “la fase de reconciliación o luna de miel” donde hay una indulgencia intermitente y el agresor hace propósitos de enmienda,
pide perdón, hace vanas promesas sobre que no volverá a pasar, la seduce con halagos, regalos y por fin la relación sexual hace olvidar el espanto vivido. Es a medida que desaparece esta fase que la mujer va estando más dispuesta a pedir ayuda, incluso a denunciar. Mucho se ha dicho y se ha teorizado sobre el perfil del maltratador y aunque no se puede generalizar os voy a referir tres tipos de un posible maltratador:

1) Hombres hiper-controladores e hiper-controlados: ejercen la violencia como un modo de afirmar su superioridad sobre la mujer así como el derecho de propiedad sobre esta. Cuando sienten que pierden el control pueden tener un importante estallido de violencia después de mucho tiempo contenidos.

2) Hombres emocionalmente inestables: ejercen la violencia como un modo de rechazar su inferioridad, abandono e impotencia. La mujer es su escudo y por eso la necesitan y dependen absolutamente de ella, llegando a matar y matarse si atisban la marcha de esta. Este perfil esta muy bien reflejado en la película de Iciar Boillarín “Te doy mis ojos”. Son los que perpetúan el ciclo de la violencia que antes os comenté.

3) Hombres violentos: se les conoce como cobra y son fríos, calculadores y violentos con todo y todos. Suelen tener antecedentes penales, vamos que se les ve venir.

En este fenómeno de la violencia de género hay unos efectos colaterales muy graves sobre los hijos que en muchas ocasiones son testigos mudos de escenas de violencia. Esto les provoca una conmoción emocional ya que es papa y mama quienes se insultan, se pegan y sienten un sin fin de afectos contradictorios (siempre hay que evitar que tomen partido).

Otra consecuencia es como se posicionaran en sus relaciones de pareja ya que son inevitables las identificaciones con los modelos parentales: Los niños con el padre y las niñas con la madre, pudiendo llegar a ser futuras

víctimas o verdugos.

Algunas reflexiones sobre mi práctica y mi orientación psicoanalítica

Primero me gustaría señalaros las paradojas de la ley, como indica Walter Benjamín existen puntos de impasses para que el derecho regule lo que él nombra como la violencia originaria. A pesar de la aparición de la ley el número de muertes de mujeres a manos de su agresor, incluso con ordenes de alejamiento, parece no disminuir como se esperaba, es más, aumentan y han tenido que introducir cambios en la reciente ley ya que en muchas ocasiones las denuncias son retiradas, volviendo las victimas con sus
agresores como sucede en las casas de acogida, cuyas estadísticas dan que pensar. La ley se hace necesaria pero se torna insuficiente y si uno se queda solo en este plano se corre el riesgo de victimizar en exceso y por tanto de des-responsabilizar.

A diferencia de otros seres vivos que tienden a la auto-conservación, el hombre, que esta atravesado por el lenguaje, tiene tendencia a destruirse, es lo que se conoce como pulsión de muerte desde el psicoanálisis (hay ejemplos de esto en la literatura como “El jugador” de Dostochesky o en el arte como Van Gogh, seres atormentados que se van dañando a si mismos), esta tendencia esta por fuera de la regulación de la ley y para una modificación de esta tendencia es importante que el sujeto primero la comprenda. (por eso incluso después de intervenciones de la justicia hay hombres que reinciden en su acto violento).

También comienzan aparecer situaciones del uso perverso de la ley con las denuncias falsas, lo que forma parte del entramado de la modernidad. Hay otra consecuencia de esta modernidad globalizada en relación a la emigración, sobre todo de Marruecos y Sudamérica, aumentando la demanda de atención por maltrato en mujeres cuyas parejas no hacían uso de la violencia en su país de origen. Una explicación es el cambio de roles tan inmediato que supone estar en un país europeo, en donde la mujer consigue empleo antes que el hombre quedando cuestionado su rol del cabeza de familia.

La posición femenina y masculina en lo referente al deseo y al modo de goce son diferentes ( un breve inciso, estoy más de acuerdo con el feminismo de la diferencia que teorizan Amalia Varcárcel o Celia Amorós que con el de la igualdad): la mujer esta más concernida por el ser, por el don del amor y el hombre por el tener (dinero, poder, prestigio, etc…)
Esta diferencia se observa bien en las relaciones amorosas donde la mujer esta más preocupada porque la quieran y al hombre le basta con tenerla, en el sentido de los bienes. ¿En que se puede convertir una relación en la que ellos temen perder su objeto y ellas temen perder su amor?.Aquí comienza la trampa mortal para la mujer quien ante la promesa de un amor único y verdadero no renunciará a ese amor aunque este sea su estrago. Esta cuestión del amor sin límites en la condición femenina se muestra muy bien en una película reciente que os recomiendo (deseo, peligro) y en la
literatura (hay un cuento breve de Alesandro Baricco “Sin sangre” y por supuesto los escritos místicos de Santa Teresa y San Juan de la cruz).

Como veis es fundamental que la mujer subjetive la experiencia en la que esta atrapada porque es la posibilidad de poner freno a esa trampa mortal que supone amor, maltrato y sexualidad. Esto lleva un tiempo y no conviene precipitarla a tomar decisiones que no ha elaborado, esto puede suponer el paso al acto del agresor y el posible asesinato. El amor es con límites, con pérdidas, desencuentros, que se van anudando, para respetar la alteridad del otro, su diferencia.

En mi práctica clínica he atendido casos de alto riesgo en donde, por ejemplo una paciente, una vez iniciados los trámites de separación y con un niño de corta edad, tenía que seguir literalmente durmiendo con su enemigo. Tardamos casi un año en que ella elaborara que le enredaba en esta historia para que la separación se produjera sin daños ni para ella ni para su hijo, quien tenía una buena relación con el padre. Eso si, la informe al detalle de que hacer si tenía que huir del domicilio. Hay que tensar la intervención entre lo que marca la ley de denunciar inmediatamente, me refiero a los profesionales que sabemos de un caso de maltrato, y darle un espacio de palabra para que vaya subjetivando. Si se pregunta en una primera entrevista por si es maltratada o si se actúa muy incisivamente, la mujer no suele volver con lo que es probable que continúe en la boca del lobo. Aunque hay rasgos comunes, cada mujer es un mundo y por tanto cada caso debe ser tomado uno por uno, de vez en vez.

Concluiré con una frase del libro de Pilar Zubiaur: “……Puede que mi alma se haya retirado de mi cuerpo dolorido tratando de huir de él” a lo que yo añadiría ¿Se puede llamar amor a este infierno?.

Ana Castaño (Conferencia en el colectivo trece rosas. Madrid)

(Bibliografía: “El maltrato a la Mujer”.P. Ruiz Castillo. Editorial Síntesis,
Artículo de M de Francisco en
la Brújula y Jornadas sobre clínica de la violencia de la sección de Madrid de EEP)


17.4.08

Un mundo lombriz


Vigo. Día de un año. Centro de atención a cyberdependientes. Un taimado psiquiatra agoniza a golpe de viernes mientras maldice los sillones ergonómicos y el convenio laboral. Un imaginario fotograma lo dibuja apostado entre un libro de Lacan, un autodefinido y dos citas que no acudieron. Una llamada a su puerta le saca repentinamente de este estado “hipnagónico”.

-¡Hola! Soy X de laboratorios Fenicia, creo que ya nos vimos en el “Congreso de Soci-drogas-alcohol y otros problemas del montón” en Cuenca.

-Lo dudo- musita en forma de excremento polisilábico nuestro ahora contrariado psiquiatra.

-Cuentame- añade. Su mirada, ahora más despierta, se torna vidriosa y apocada. Se imagina fugazmente que golpea el cráneo de la representante contra la consola del ordenador.

-Me han comentado que es usted nuevo en el centro y venía a informarle sobre el TDEPA en adulto.

-El TDEPA?….en adulto….?-

El “trastorno por déficit de estupidización y pensamiento autónomo” era algo con lo que nuestro psiquiatra se había venido peleando desde su paso por la rotación en infantil. Realmente esos niños que no se dejan estupidizar y que piensan de forma individual son muy latosos y, en ocasiones, hasta peligrosos para la conviviencia, pero el tratamiento con soma había demostrado un efecto pacificador que todas las asociaciones de genitores e incluso el gobierno federal de La Iberia Sumergida habían aplaudido. Eso si nuestro audaz psiquiatra estaba convencido de que estos tratamientos a largo plazo convocaban efectos indeseables poco mensurables. El frenar el desarrollo individual, el cercenar la posibilidad del propio conflicto construía individuos felices pero homogéneos. Había algo en este tratamiento que hacía de estos niños criaturas frágiles. Quizás sonrientes y cuasiadaptados pero con la sensación de que estuviesen anestesiados.

En fin, pensó.

-¿Así que ahora con los adultos?- Vomitó sin esconder un suspiro.

-Si-, respondió ella.

-Se ha comprobado que hay pacientes que habitualmente se diagnostican de “trastorno de ansiedad no estupidizada” o “trastorno depresivo impertinente” cuando en realidad de lo que padecen es de un TDEPA no tratado-.

-Ya, y el tratamiento ¿cual es?, ¿el koma igual?

-No-respondió regocijante ella.

-Es un koma evolucionado, las moléculas de koma van recubiertas por un tipo de lombriz tratada genéticamente. Esta lombriz crea una película que asemeja las propiedades osmóticas de la albugínea del escroto de ñandú. A esto se le añade una fina malla de fibras capilares de zarigüella lo que permite una liberación sostenida del koma durante las 24 horas del día. Este hecho permite que el sujeto disfrute de su idiocia normalizada y no se vea asaltado por cuitas personales o arrebatos de pensamiento desiderativo propio.

-Impresionante- pensó. ¿Si utilizasen toda esta energía mental en hacer algo útil?, rumiaba mientras desconectaba de la melodía unitonal de la representante.

-Por cierto, le dejo unas escalas para que pueda hacer un despistaje del TDEPA en sus pacientes

De repente la modorra se despejó y una idea se cernió brillante en su mente.

-Por cierto me podría usted decir,-balbuceó fingidamente nuestro psiquiatra mientras sonreía de forma aviesa -¿como esta validada esta escala?

-Si, por supuesto, está validada mediante la escala de Pensamiento Creativo Nottingham Forest de la Culebra (2056) y la escala Estupidtry (2067).

-Hum… y, me podría decir, ¿como fueron validadas esas escalas? -Masculló elevando ahora el tono-

- Pues poo ,po, po, por otras escalas, como suele ser habitual supongo- dijo la representante, que en estos momentos ya no portaba un semblante tan vehemente y seguro.

-Y esas??? Mirando fieramente

-Bueno ya sabe usted, como son estas cosas…..

-Ah o sea que usted me está contando que dios o un ente supremo de saber cósmico bajó de donde cojones esté y le dio a los laboratorios farmacéuticos o a su puta madre la escala de la ley!!!! O sea una puta escala primigenia que permitirá validar las escalas de aquí al infinito!!!! o sea que el saber científico que su puto laboratorio de mierda vende, está sustentado por unas escalas que se sacaron del culo hace 100 años, y que además….

Cuando quiso terminar su speech, la representante acojonada se había escapado del despacho y no había dejado ni las muestras de regalo.

Cariacontecido, circunspecto y abatido, nuestro psiquiatra se deslomó de nuevo sobre su odiado sillón. Instantáneamente un inenarrable sentimiento de soledad le invadió. No podía dejar de recordar la cara de terror de la representante. El rostro de esta dibujaba la más absoluta de las incomprensiones. Ella no sabía ni de lejos de que estaba hablando. Era horrible. Entre sollozos, abrió el libro de Lacan que años atrás había rescatado de un cyberrastro y no sin vacilar un rato, lo tiró a la papelera. Acto seguido y tras un trago de whisky sin alcohol y una dosis de concentrado de vitaminas eutimizantes llamó a su viejo amigo de la facultad, también psiquiatra, y concertaron una cita.

Era hora de reconocer a su viejo amigo que había acertado. Años atrás, este, le había realizado un diagnóstico psiquiátrico. Por más exótico que resultase, y por más que se resistiese, él era uno de las pocas personas que, en el año 2090, seguía padeciendo lo que la psiquiatría clásica había llamado el Trastorno Lacaniano de la Personalidad (TLP).

Todo cuadraba, lenguaje farragoso e ininteligible, entusiasmo por el coleccionismo de obras antiguas, gusto por los puros y peinados, pasión denodada por ropas caras y de difícil combinación. A esto se le añadía su particular y vehemente creencia en ciertas ideas, especialmente algunas realmente contrarias a las de la mayoría de los ciudadanos de Iberia Sumergida. Además, y esto era una cosa que muchos colegas le criticaban tenazmente, tenía una especial fascinación por la escucha de los pacientes, llegando incluso a veces a estar hasta 25 minutos con un usuario. Ah! Y también se regocijaba habitualmente con los autodefinidos, por no decir que se deleitaba a escondidas con juegos de las palabras e incluso con la etimología. Los criterios diagnósticos se agolpaban a las puertas de su cerebro. Era obvio:

Criterio diagnostico 2.a.1.Creencia en entes no cuantificables no medibles.

Criterio diagnóstico 3.c.1.Pasión por los seminarios, conferencias y otras formas de enseñanza proscritas.

Y el criterio mayor y causa a veces de deterioro social:

1.a. Creencia en el inconsciente.

No podía evitarlo, era verdad. Sufría un Trastorno Lacaniano de la Personalidad. Cuando lo estudió decían que no había cura. Recuerda como el texto decía: “Habitualmente estos sujetos se han considerado como un trastorno heredado, algo propio de otra época. Se ha creído, sin haber podido demostrar, que durante años este trastorno pudo haber sido la expresión de alguna forma vírica que se expandió históricamente en dos epidemias nítidamente localizadas. Una radicada en Austria en 1900 y otra en 1963 en Francia. De notable avance en Sudamérica a finales del siglo veinte fue paulatinamente reduciendo su aparición hasta ser en nuestro días un trastorno anecdótico”.

Bien entonces ¿qué hacer?, ¿cómo vivir con esta pesada carga? Por un lado podía entregarse, cual cuerpo helado, a las hábiles manos de su querido amigo para que, en una suerte de alquimia, este encuentre una solución química que apacigüe su trastorno o bien, por otro lado, podía aferrarse a su creencia en el inconsciente y comenzar a divulgar las verdades que su “trastorno” le hacía entender. Difícil elección. Tengo que intentarlo antes de abandonarme a esta ciencia. Quizás lo más duro será contárselo a su mujer. Los niños… ufff!!…mejor con el tiempo ya irán entendiendo. Con un poco de suerte es hereditario y lo entienden sin necesidad. Mi padre creía en los sueños y eso es un criterio diagnóstico. En fin, lo primero que haré será hacer leer en casa esos libros antiguos sobre la ética. Los antiguos hablaban de este tipo de decisiones. Será lo mejor, libros de ética y hablar. Será la única manera de que puedan entender que esto no es tan malo, que tiene que ver con eso que se habla en las enciclopedias del hecho humano.

Renacido por esta cogitación, recuperó el libro de Lacan de la papelera y buscó Aristóteles en el diccionario. Después llamaría a su colega para convertir la cita médica en una cena donde explicarle que los diagnósticos en psiquiatría no nos solucionan mucho. Era el momento de salir del koma.

Javier Carreño Villada

Vigo 17 de abril de 2008-04





Quede aquí patente el especial agradecimiento a los Laboratorios Janssen por el denodado esfuerzo-barrila que han hecho por sacar a flote la inspiración para este proyecto de literaturre.

12.4.08

GRUPOS BALINT: AIRES DE POESIA EN ATENCION PRIMARIA

AUTORES
López Herrero L-S, Valbuena Gil L, Hernando San Roman C, Cabreros Prieto A, García López
M, Rodríguez Bull M, Ámez J.


En Atención Primaria los grupos Balint deben ser considerados, de forma genérica, como
grupos formativos de autoayuda en la resolución y manejo de problemas clínicos, allí donde la
relación médico-paciente, por su especial dificultad, adquiere especial relevancia y
conflictividad. Estos grupos y sus sesiones de trabajo, inscritos en el marco de la formación del
área sanitaria en León, son una experiencia que favorece la integración grupal y la mejora en la
resolución de problemas clínicos e interpersonales.
OBJETIVOS
En una época de dificultad y tensión en el campo de la relación médico-paciente, los grupos
Balint son encuentros interprofesionales que sirven para clarificar no solo la problemática
clínica que subyace en la consulta de atención primaria, sino fundamentalmente para dilucidar
todos aquellos factores emocionales, que desde el profesional y el paciente, perturban la
marcha de la propia relación. Pero también los grupos Balint tienen un carácter formativo en el
campo de la salud mental, en tanto que sirven para el desarrollo, la promoción y la difusión de
conocimientos entre sus miembros integrantes.

PARTICIPANTES
Ámez J, García López M, Hernando San Roman C, Cabreros Prieto A, Rodríguez Bull M,
Valbuena Gil L. Médicos de Atención Primaria. León.

RESPONSABLE
López Herrero L-S. Médico de Atención Primaria. Psicoanalista. León.

METODOLOGÍA
Presentación de un caso problema por uno de sus miembros integrantes. El caso se presenta
de forma oral para facilitar la espontaneidad del proceso. A partir de su presentación la
intervención del grupo busca resolver aquellos puntos de ruptura que impiden la marcha de la
relación médico-paciente. Las conversaciones son dirigidas a partir de la presencia del
coordinador del grupo que ejerce funciones de orientación y catalizador del proceso. Teniendo
en cuenta la dinámica grupal es conveniente mantener una cierta periodicidad (1 sesión/
2horas/mes) y continuidad entre sus miembros, a fin de facilitar los lazos interpersonales. El
grupo constará entre seis y ocho participantes. No hay, en principio, fecha de conclusión del
grupo quedando ésta sujeta a la propia dinámica grupal.
CONCLUSIONES
Los grupos “Balint” son una instrumentalización del pionero trabajo con médicos de Michael
Balint, bajo la lente y la escucha psicoanalítica. En este sentido es un dispositivo, innovador y
pionero, creado para dar la palabra a los médicos y su malestar, no sólo con el fin de abrir la
subjetividad en el campo de la Medicina, sino también para tratar de cernir lo que, en
ocasiones, la “práctica-objeto de la demanda” encubre y distorsiona. Pero también es un
espacio y un paréntesis, en la práctica clínica, para que la palabra circule “libremente” con
relación a todos aquellos problemas, supuestamente clínicos, que asedian y angustian en la
actualidad a los profesionales, y que suponen un desgaste innecesario.

TEXTO
A lo largo de este último siglo el avance en el conocimiento y el tratamiento de las
enfermedades, en el seno de la Medicina, ha sido imparable. Los pacientes y los médicos
asisten, hoy en día fascinados, al hechizo de una técnica que promete lo imposible. Ambos han
glorificado, rompiendo moldes de antaño, el uso rutinario de pruebas técnicas y elixires
químicos de todo tipo, en un intento por apresar y calmar la esencia de un mal que en
ocasiones se escapa, pero también para anular cualquier atisbo de subjetividad. Sin embargo,
hay algo que no funciona, y los médicos y los pacientes lo sufren. Y es que a pesar del avance
tecnológico los médicos asisten ahora, desconcertados, a demandas vertiginosas e insaciables
que cortocircuitan su presencia a la vez que la reclaman. Es el vértigo imparable de demandas
que resultan imposibles de acotar con los mismos instrumentos que los han alimentado.
Por su parte, en su intimidad fantasmática, el médico recuerda y anhela, hoy más que nunca,
ese rol omnipotente y liberal que le fue otorgado a lo largo de la historia, asediado ahora por
una época que insiste en el declive de toda autoridad. Pero es un hecho: el médico sufre hoy,
especialmente, las coordenadas de nuestra época (sociedad de consumo, caída de los ideales,
cuestionamiento de las posiciones de autoridad...), confrontado ante una clínica que se le
resiste y frente a un paciente que incomoda su saber, demanda con insistencia y denuncia su
falla. Nunca la angustia, la desidia, el temor, la rutina, la culpa y la desesperanza, habían
acechado tan abiertamente al médico en su práctica clínica. Incluso se etiqueta ya, con un
nuevo nombre, todo este desconcierto particular: síndrome del quemado profesional (síndrome
born out).
¿Qué puede aportar, en este contexto, los grupos Balint a los médicos, a la Medicina y
también a las instituciones, en una época marcada por la normativización y el furor sanandis?
En primer lugar hay que plantear que el callejón sin salida que vive el médico en la
actualidad, es un efecto de su insistencia por responder a demandas que se ubican bajo la
lógica moderna del “todo es posible”. Porque la insatisfacción del médico da cuenta de la
confrontación con aquello que no se satisface entre la demanda y su objeto.
Sin embargo, en un contexto sociocultural donde la salud forma parte del mercado de
consumo, las demandas de los pacientes se hacen interminables porque están sostenidas en
la inercia de un discurso que promete lo imposible. El médico, como paladín de este discurso
de la ciencia, es reo de la propia situación, pero también es el guardián de un discurso que
rechaza la subjetividad y enmarca su respuesta en una omnipotencia que ha labrado su
imagen.
Ahora bien: esta insistencia por responder a cualquier demanda mediante un objeto, es el
resultado de una posición que está sostenida, justamente, a partir del brillo que supuestamente
otorga el saber. De ahí ese slogan: sólo el que tiene está en disposición de dar todo aquello
que desde la demanda se cuela como pedido. Precisamente, si la formación médica está
encaminada a responder de forma automática a la demanda, es porque su posición se ha
construido desde el lado de la omnipotencia y de la completud del saber. De ahí el valor que
adquirirá en su práctica, tanto el éxito como la curación a ultranza de cualquier síntoma. Algo
que en Atención primaría se torna como imposible.
Es, justamente, esta imagen de dominio y éxito, la que nos ilustra la historia del médico en la
lucha contra el malestar, pero también su angustia y desconcierto frente a todo aquello que se
muestra resistente en términos de saber.
No obstante, el médico es también ahora, una vez que la Ciencia obtura cualquier dimensión
subjetiva en favor del trozeamiento del cuerpo, el garante de un sistema que insiste en dar
salida al malestar a través de una certeza: cada demanda tiene su objeto prometido, cada
queja tiene su prometida curación. Es el propio discurso de la Ciencia, sostenido ahora por un
mercado que todo lo ofrece, quien deposita en el médico una varita para acallar, siguiendo el
eslogan de la OMS, todas las quejas bio-psico-sociales.
El resultado ya lo conocemos: en el escenario de armonía prometida reina, en ocasiones, la
insatisfacción, el malestar y el rechazo, tanto en los pacientes como en los médicos.
Entonces ¿qué pueden aportar los grupos Balint a esta práctica médica sin límites?
Sin duda: un corte, un paréntesis, un espacio para la palabra y su escucha, y también, la
creencia en el valor del síntoma como una función vital para el paciente.
¿Cómo definir, entonces, los grupos Balint? Los grupos Balint, en Atención Primaria, deben
ser considerados, de forma genérica, como grupos formativos de autoayuda en la resolución y
manejo de problemas clínicos, allí donde la relación médico-paciente, por su especial dificultad,
adquiere especial relevancia y conflictividad. Estos grupos y sus sesiones de trabajo, inscritas
en el marco de la formación del área sanitaria en León, son una experiencia que favorece la
integración grupal y la mejora en la resolución de problemas clínicos e interpersonales.
Y es que, en un momento histórico, en donde cada vez es más frecuente escuchar
comentarios y trabajos que apuntan, tanto a las dificultades de la relación médico-paciente
como a los problemas del profesional con relación a su práctica (falta de motivación, desidia,
desilusión o carencia de expectativas), era necesario realizar institucionalmente algún tipo de
intervención.
Fue en este contexto cómo surgió la propuesta de un grupo de autoayuda, de carácter
formativo y de desarrollo personal en la resolución de problemas clínicos, así como para el
manejo de relaciones y situaciones conflictivas en la práctica clínica. De este modo tanto los
problemas de comunicación en el contexto de la relación médico-paciente -o las dificultades
diagnósticas en el ámbito clínico o interpersonal-, como el encuadre de situaciones conflictivas
o los propios aspectos personales que distorsionaban la propia relación, eran aspectos que
podían ser abordados. Estaba en juego no sólo el ámbito de un “saber hacer” del profesional
en su práctica, sino también el logro de una herramienta muy necesaria para un funcionamiento
con calidad en Atención Primaria: la satisfacción afectiva tanto del profesional como del
paciente.
Si bien es éste el cometido esencial de los grupos Balint, vamos a tratar de describir
someramente, cómo funcionan sus participantes en este dispositivo.
Básicamente uno de sus integrantes describe un caso problema –preferentemente de forma
oral para facilitar la espontaneidad- que va mostrando en su discurso los puntos de tensión y
ruptura. Los temas a abordar pueden ser problemas de índole puramente clínica o de
comunicación, o bien, acerca del manejo de una determinada situación conflictiva.
No obstante cabe indicar que, en tanto el caso que se presenta es siempre el caso del
profesional que lo relata, en sus palabras se puede ir transcribiendo todos los factores que
concurren y distorsionan la percepción que él propio profesional obtenía del caso. Una vez
expuesto -y tras las oportunas y pertinentes preguntas o aclaraciones por parte de sus
integrantes-, se establecen diferentes intervenciones que buscan ir aclarando aquellos factores
que perturban, entorpecen o dificultan el ámbito y el manejo de la relación. En todo momento la
presencia del coordinador del grupo ejerce funciones de sostén, dirección y cohesión, que
facilitan el despliegue de las palabras y un cierto grado de contención del proceso.
Es evidente que en un contexto receptivo y contenedor, como es el grupo Balint, el
profesional tiende a sentirse aceptado y escuchado, mitigándose así, esa soledad inherente
que el profesional sostiene en la resolución de sus problemas diarios. El resultado es, por un
lado, la liberación del caso conflictivo por parte del profesional, al poder ir modificando la
posición que él mismo mantenía en la relación, a la vez que se facilita la adopción de medidas
más efectivas, esto es, menos ansiógenas o conflictivas.
Aun cuando, en algunas ocasiones, no se pueda cambiar la naturaleza del problema -por
sus circunstancias específicas o por la gravedad caracterológica del paciente- sin embargo, lo
que sí se puede modificar es la posición que el profesional mantenía, hasta ese momento, con
respecto a esa relación o situación conflictiva. De este modo se obtiene una mayor
comprensión de la situación, una mejora en calidad de la relación, un mayor refuerzo en su
propio trabajo y fundamentalmente una menor reactividad hacia esa situación potencialmente
ansiógena.
No cabe duda que el profesional integrado en este tipo de encuentros sale fortalecido -en
tanto que puede ir elaborando los diferentes puntos conflictivos o problemas que se suscitan en
su propia práctica clínica-, pero también el paciente y la institución. Porque aun cuando el
grupo Balint es un trabajo pensado “para el profesional y con el profesional”, sus resultados se
van a percibir, igualmente y de forma indirecta, en el paciente, a través del contexto de la
propia relación (mayor integración de los problemas, respuestas más adaptadas a las
situaciones, menor ansiedad en la confrontación con relaciones problemáticas o la operatividad
en el manejo de situaciones conflictivas), y en la propia institución. ¿Cómo? Básicamente
porque el manejo de la toxicidad clínica con una menor carga de ansiedad y de culpa, redunda
en una mayor operatividad y satisfacción afectiva en el profesional.
De este modo el grupo Balint, en tanto fomenta entre sus participantes una integración
operativa de los diferentes conflictos o de las situaciones de especial dificultad, disminuye en el
profesional todos esos sentimientos y sensaciones que enturbian la práctica clínica -la
angustia, los sentimientos de culpa, la soledad del acto médico, la desidia o la desesperanza,
repercutiendo además positivamente en su trabajo y en su personalidad. Son aspectos, a
nuestro modo de ver, muy a tener en cuenta en la actualidad, dada la alta conflictividad que
suscita la propia relación médico-paciente.
En resumen: los grupos Balint es un dispositivo, innovador y pionero, creado para dar la
palabra a los médicos y su malestar, no sólo con el fin de abrir la subjetividad en el campo de la
Medicina, sino también para tratar de cernir lo que, en ocasiones, la “práctica-objeto de la
demanda” encubre y distorsiona. Pero también es un espacio y un paréntesis, en la práctica
clínica, para que la palabra circule “libremente” con relación a todos aquellos problemas,
supuestamente clínicos, que asedian y angustian en la actualidad a los profesionales, y que
suponen un desgaste innecesario.