10.12.06

Presentación del libro MÁS LÍBRANOS DEL BIEN de Gustavo Dessal (Madrid)



Se presenta en Madrid un nuevo libro de relatos de Gustavo Dessal, Más líbranos del bien.
Psicoanalista, escritor y amigo, el acto será de enorme interés y seguro que los asistentes no saldrán defraudados.

CONVOCAN:Biblioteca del Campo Freudiano de Madrid,Embajada de la República ArgentinaEditores Huerga y Fierro.

INTERVENDRÁN:Elisa Zamorano, psicoanalista, Directora de la Biblioteca del Campo Freudiano de Madrid.Mercedes de Francisco, psicoanalista y miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis.Ignacio Merino, escritor.Antonio Huerga, editor.Jorge Casino: director de escenaCoordinación: Oscar Caneda, psicoanalista, miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis.

DATOS: Miécoles día 13 de diciembre.20.45 horas.El acto tendrá lugar en la sede de la ELP, calle Gran Vía, 60 2º izquierda.Con la presencia del autor.

Publicamos un pequeño relato que presentó el año pasado como introducción a una conferencia titulada: Conjeturas sobre el Psicoanálisis en el siglo XXI.

Esa mañana, una mañana radiante de octubre del año 2087, una mañana que lo prometía todo, el hombre H. se despertó a su hora acostumbrada, tras un descanso perfecto. En su cerebro parpadeaban aún los restos de un agradable sueño, químicamente inducido por su Programa Onírico Personalizado. Al incorporarse en la cama, un sensor térmico encendió el proyector de estructuras audiovisuales con el resumen de las noticias y las ofertas del día.
Se dirigió a la cocina, estudió el menú de desayunos balanceados propuestos en la pantalla del ordenador, pulsó la opción 3, y al instante el dispensador de microcápsulas regurgitó un saludable complejo multivitamínico. Mientras lo saboreaba acompañado de un zumo de naranjas sintetizado, echó un vistazo a su agenda electrónica. Dos ciberconferencias y una proyección holográfica para decidir algunas operaciones de compra para su empresa. Una jornada tranquila.
A través de la ventana observó la calle, el tráfico de vehículos antigravitatorios, y los transeúntes, que vistos desde esa altura se asemejaban a pequeños insectos multicolores. En ese momento se dio cuenta que hacía mucho tiempo que no pisaba la calle. No lo recordaba con exactitud, de modo que al entrar en la ducha de ultrasonidos solicitó el dato al ordenador del baño. Un año y treinta y siete días sin salir de su casa, verificó en la pantalla. El ordenador le ofreció la opción de activar el vídeo de aquella salida, pero el hombre no quiso perder tiempo con eso. Una sensación desacostumbrada lo invadía en los últimos días, algo indefinido en el pecho, una suerte de ahogo que lo obligó a sentarse de nuevo en la cama. Hoy lo sentía con más fuerza.
El ordenador Madre captó la alteración de su tono vital, y de inmediato lo interrogó.
“¿Le sucede algo?”
“No estoy muy seguro. Es una sensación extraña, aquí en el pecho.”
“¿Un dolor?”
“No sabría responder con exactitud. El dolor es una vivencia casi olvidada. Creo que alguna vez lo experimenté en la infancia, antes de que nos introdujesen el Regulador Enzimático Intramuscular. Desde entonces no he vuelto a sentir nada semejante. Diría más bien que se trata de una extrañeza.”
“¿Una extrañeza? Defina ese término, por favor.”
“Es que precisamente una extrañeza es algo difícil de definir.”
“Nada es difícil de definir”, replicó la Voz. “Por favor, apoye su índice izquierdo en la pantalla para que podamos efectuar un análisis de sus valores clínicos.”
El hombre H. obedeció y tocó con su dedo la pantalla.
“Error”, dijo la Voz. “Ese es su dedo derecho, donde tiene el Nanoprocesador de Operaciones de Crédito. Por favor, apoye el índice izquierdo.”
“Es la costumbre”, se disculpó el hombre H., y cambió de dedo. Al cabo de unos segundos el ordenador mostró la tabla completa de sus biomarcadores.
“No hay nada irregular”, dictaminó la Voz. “Los indicadores son normales, la próxima caducidad visceral tiene lugar en febrero del próximo año, y los niveles de hedonina son excelentes para su edad. ¿Asiste usted a las reuniones sociodinámicas virtuales? Su historial biopsicológico indica que no lo hace con regularidad”
“Es cierto”, confesó el hombre H. Últimamente no tengo ganas.”
“Por favor”, insistió la Voz, “defina el modo lingüístico que acaba de emplear.”
“¿No tener ganas? Oh, es algo así como no sentir deseo de hacer algo.”
“Pero la asistencia a las reuniones sociodinámicas no depende de ningún deseo”, recriminó la Voz. “Su Programa de Ocio Asistido las ha consignado en su agenda mensual. Sólo es cuestión de conectarse. Además, puede hacerlo mientras duerme activando la opción Desdoblamiento Auxiliar de Conciencia. Es una manera de ahorrar tiempo.”
“Lo sé, pero aún así no puedo evitar sentir la extrañeza.”
“¿Ha visto a su familia últimamente?”
“No mucho. Mi anterior contrato matrimonial venció hace más de dos años, y estoy en lista de espera. Al parecer hay una demora bastante grande.”
“Es verdad”, admitió la Voz. Se está perfeccionando el Programa de Combinatorias Psicosexuales a fin de mejorar el servicio. Los usuarios son cada vez más exigentes, y eso crea dificultades y retrasos. Además, con la nueva reforma de las leyes de Empatía Integral de Género no damos a basto con las operaciones de cambio de sexo, y eso está complicando las reestructuraciones neovinculares.”
“Es lo que nos sucedió a nosotros”, suspiró el hombre H. con un tono de resignación. “Mi mujer y yo teníamos asignada la fecha para la cirugía transexual, pero hubo un problema burocrático. Finalmente intervinieron a mi esposa, pero a mí no, y cuando por último me volvieron a otorgar una fecha, el contrato matrimonial había concluido. Ahora estoy esperando que el Comité de Incidencias decida qué es lo más conveniente, si cambiarme de sexo o aguardar a que me asignen otra mujer.”
“Entiendo”, comentó la Voz. “De todas maneras, siempre que lo necesite puede solicitar a su médico unas cápsulas de estabilizador hormonal.”
“Las he probado, pero no resuelven la extrañeza”, porfió H. “Tal vez debería hablar con alguien.”
“¿A qué se refiere?”, preguntó la Voz.
“No lo sé. Alguien a quien contarle mi extrañeza, eso que se me ha puesto aquí en el pecho.”
“El registro de imágenes digitalizadas realizado esta noche por el tomógrafo de su cama no revela nada anómalo en su pecho”, informó la Voz.
“¿Y si la extrañeza fuese invisible”, preguntó el hombre H.?”
“Nada es invisible para nuestros ojos”, aseguró la Voz. “Todo está perfectamente bien. Despreocúpese y emprenda su jornada laboral. He dado la orden para que su Regulador Enzimático Intramuscular aumente 10 miligramos la dosis diaria de hedonina.”
“Gracias”, respondió el hombre H., y sonrió con humildad.
Se sintió reconfortado, incluso feliz. Tan feliz, que pocos instantes después atravesó el cristal de la ventana.

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